Juan Segura, Juan Segura. Cuenta Cuarenta. Mos de Cóc, C / Blanquerna 11, Palma. 4 de agosto – 11 de septiembre de 2016.
El artista mallorquín Juan Segura (Palma, 1956), uno de los principales representantes del movimiento artístico de la isla de los años 80 y 90, inaugura una exposición para conmemorar los 40 años de una profesión que comenzó en 1976, cuando expuso individualmente por primera vez en el Cafè Es Pou Bo, lugar de encuentro de los artistas e intelectuales de la época. La muestra, que se compone de una selección de dibujos y pinturas, algunas inéditas, hace un recorrido por algunas de las piezas más significativas de Segura. Elefantes, cocodrilos, monstruos y personajes a medio camino entre lo grotesco y lo bestial pueblan un mundo de exotismo, de fantasía infinita, de color imperecedero y de primitivismo exacerbado, que se traduce en la producción de este pintor. Dibujante excepcional, pocos dibujos expresan la fuerza salvaje desde la sinceridad y desnudez del grafito como lo hacen los suyos. La muestra cuenta con la presencia de obras de dos artistas invitados: Bert (Albert Roca) y Enzo El Acqua, grandes amigos del pintor.
Ana Ferrero-Horrach.
Dejamos atrás una de las semanas del año con más movimiento cultural de Madrid: JustMad, ArtMad, ARCO … ferias de arte internacionales que hacen viajar anualmente a la capital a artistas, coleccionistas, críticos y galeristas de todo el mundo. Este año, en este ambiente cosmopolita de marcado acento latinoamericano (no sólo porque Colombia haya sido el país «amigo» de la ciudad, sino por el gran número de galerías participantes de esta zona) destacó como nunca la presencia de los artistas y galeristas mallorquines que han exportado sus propuestas en proyectos en muchos casos de alta calidad. Un total de 11 galerías distribuidas según afinidades con la línea expositiva que plantea cada una de las tres ferias de arte contemporáneo, han sido la ventana desde la que asomarse para dar a conocer a nivel internacional qué es lo que está sucediendo en el mundo del arte mallorquín.
La Galería Fran Reus (Palma), la Galería Addaya (Alaró) y la joven Galería veintinueve 6.13 (Palma) han optado por JustMad, la feria auto-definida como «de arte emergente», si bien este es un concepto problemático no siempre bien aceptado ni cómodo para los artistas. Fran Reus explica que la elección de los artistas por la feria -Bartomeu Sastre y Nauzet Mayor- ha respondido a una creencia personal en la trayectoria y potencialidad de estos, rehuyendo el dilema de si «gustará o no gustará al público». B. Sastre plantea en sus trabajos un juego donde el espectador puede interpretar las obras de diferentes maneras, dando pie a la especulación en torno a los principios, finales, infinitos y la posible (no) evolución de los seres. N. Mayor por su parte, recuperando técnicas tradicionales como el dibujo en papel y la cerámica, reflexiona sobre la difícil carrera del artista hacia el éxito, visto como una especie de quimera. Ignaci Prats ha sido la elección de la Galería Addaya, que ha apostado por un proyecto artístico fruto de una importante labor de investigación y de posicionamiento político. «El mundo de los vencedores» refleja un interés por los valores emocionales de la arquitectura plasmados en una serie de fotografías de gran carga significativa.
La presencia mallorquina en ArtMadrid, feria que abarca propuestas artísticas desde principios de siglo XX hasta la actualidad, ha venido de la mano de la Galería Gabriel Vanrell (Palma) y sus artistas Willy Ramos, López Davis y Fernando Suárez. La feria, emplazada en el espectacular Galería de Cristal del Centro Cibeles, también ha acogido el bautizo ferial en el espacio «One project» del nuevo espacio de arte Pep Llabrés Arte Contemporáneo (Palma), que ha presentado una instalación del artista Robert Ferrer i Martorell.
ARCO, para muchos la feria española internacional más importante de arte contemporáneo, ha contado con la participación de seis galerías mallorquinas: Xavier Fiol (Palma), Pelaires (Palma) Kewenig (Palma) Maior (Pollença), Horrach Moya (Palma) y Luis21 (Palma), esta última galardonada con el premio a la mejor exposición de 2014. Mención aparte merece el stand de la Consejería de Turismo de Baleares en la feria, pensado en teoría para promocionar el arte contemporáneo de las islas, pero que en la práctica se ha limitado a exponer básicamente una obra de Joan Miró (no hace falta decir que Miró no es precisamente un artista que necesite de difusión para darse a conocer…).
Pero la importante presencia de la escena artística mallorquina en la capital no se ha limitado a las «ferias oficiales»; «Arteminas», una nueva feria satélite de vocación muy diferente a las otras en la que los propios artistas han presentado sus obras sin la intermediación de las galerías, ha surgido para dar visibilidad a aquellos creadores baleares que a veces sufren la aislamiento que conlleva la insularidad y el hecho de no estar en el circuito comercial de las grandes «galerías-marca». Marta Murgades, Miquel Segura, Georgina Gamundi o Luis López, son algunos de los artistas integrantes de esta nueva propuesta ferial que pretende continuar en los próximos años para ayudar a difundir la cultura balear más allá de las fronteras del archipiélago.
Parece que el sector del arte mallorquín empieza a hacerse un lugar en panorama del arte nacional e internacional a pesar del pobre y dudoso apoyo político e institucional. Entre las propuestas artísticas más conservadoras, nuevas caras y nuevas ideas también van consiguiendo a abrirse paso en el complicado mundo del mercado del arte. Aun así, echando un vistazo a los nombres de los artistas presentes en las ferias mencionadas, sigue haciéndose evidente la notable menor presencia de mujeres creadoras. ¿Casualidad, causalidad, falta de tradición? En cualquier caso, una reflexión al respecto se hace más que necesaria.
Ana Ferrero Horrach – Ciceró dArt
Artículo publicado originalmente en la revista Bonart digital:
http://www.bonart.cat/actual/mallorquins-per-madrid-el-sector-artistic-a-les-fires-de-madrid/
Feria «Arteminas» en Madrid. Organizada por Zenitart
Galería Xavier Fiol en ARCO 2015
El 25 de febrero comenzó ARCO 2015, la feria internacional de arte contemporáneo más conocida de España. Este año la presencia de las galerías mallorquinas ha sido importante no sólo en cantidad, sino también en relevancia ya que la galería de Palma L21 fue galardonada con el Premio Ron Barceló Imperial / ARCOmadrid como la mejor exposición de 2014, con el proyecto The Apartment [Piloto ].
El premio, dotado con 15.000 euros supone un reconocimiento a un proyecto innovador y en cierto modo arriesgado, ya que como nos comenta Maria Garcia-Ruiz Nicolás, asistente de dirección de la galería, se apostó por la creación de un espacio habitable dentro la galería; un espacio que trasciende el frío cuadrado blanco que en algunas ocasiones supone una barrera para el público menos iniciado. Con The Apartment pretendían por tanto redimensionar el concepto de galería ofreciendo la recreación de lo que podría ser el apartamento de un coleccionista de arte; un espacio donde las obras conviven en el día a día de los acontecimientos.
Las obras que integran este proyecto son representativas de nueve artistas que trabajan habitualmente con la galería: Alejandro Leonhart, Álvaro Gil, Antonio González, Bel Fullana, Cristina Garrido, Ian Waelder, Pep Vidal, Pol González Novell y Rafa Forteza. El éxito de la galería L21 no es sólo un reconocimiento de la crítica, sino también de público, ya que desde el primer día de feria ha habido obras vendidas, los precios de las cuales van desde los 700 euros hasta los 18.000 euros.
Trabajar para acercar el público al arte contemporáneo no es un trabajo fácil ni siempre agradecida, pero si el proyecto es de calidad y se trabaja con constancia, puede acabar recompensando en muchos sentidos; L21 es un buen ejemplo.
Ana Ferrero Horrach – Ciceró dArt
Artículo publicado originalmente en la revista Bonart digital:
http://www.bonart.cat/actual/la-galeria-mallorquina-l21-premiada-a-arcomadrid-com-la-millor-exposicio/
La planta noble del Casal Solleric acoge actualmente dos exposiciones de diferentes artistas y trabajos en una gran variedad de soportes bajo un mismo denominador común; las obras expuestas son en su totalidad creaciones de artistas participantes en el “Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals”. Levi Orta, ganador de la edición de 2013, presenta su proyecto “Gozando mientras trato de entender algo de política” y los finalistas, accésits y ganadora – Irene de Andrés Vega, de la última edición de 2014, dejan entrever una pincelada de su arte con la exposición de sus obras a concurso. Son además, en su gran mayoría, artistas pertenecientes a una joven generación de creadores que han elegido como musa inspiradora los devenires políticos de su tiempo, sin duda, fuente (casi) inagotable de reacciones y respuestas.
Resulta fácil simpatizar con el discurso de Levi Orta (La Habana, 1984). Su visión de la política, más lúdica que la de otros artistas comprometidos sin perder sin embargo ni un ápice de intención crítica, consigue dibujar en el espectador, en un primer momento, una sonrisa que se tuerce cuando éste se detiene en la reflexión que le brinda el artista a partir de sus instalaciones. Orta presenta a los políticos como personas duales; gente corriente que sin embargo desempeña una función importante. El artista desacraliza la visión de los políticos y los sitúa en el plano terrenal de los deseos, inquietudes, miedos, debilidades y defectos. Si el aburrimiento es uno de los sentimientos más normales entre los humanos, ¿es admisible que nuestros políticos se aburran mientras discuten si nos suben los impuestos, si prohíben el maltrato animal, o si aprueban la nueva ley de seguridad ciudadana? (Obra “Voyeur”, 2014) ¿Cuánto tiempo tardaremos en dejar de fingir – me refiero a nosotros, los ciudadanos – , que no sabemos que la política de turno es solo una manera ordenada de facilitar la repartición del pastel monetario? (Obra “Perverted Joke”, 2014). Orta cuestiona en esta magnífica exposición la polarización del poder planteando la problemática como un asunto más complejo que la simple división maniquea bien – mal. Orta nos recuerda que también en nuestros actos, en los de los ciudadanos de a pie, se pueden llegar a reconocer estratagemas perversas de reminiscencia política (Obra “Arte político degenerado”, 2014, en colaboración con Núria Güell).
Pero no solo Orta ha sentido el cántico inspirador de la política, protagonista indeseada de muchas de las producciones que se pueden ver en la muestra del Solleric; Marc Larre, u Olalla Gómez, son solo algunos nombres del coro de voces jóvenes que gritan el hartazgo de una sociedad cansada de injusticias y precariedades, y cuyas creaciones artísticas estarán expuestas hasta el 15 de febrero. Muy recomendable.
Ana Ferrero Horrach – Ciceró dArt
Artículo publicado inicialmente en Bonart revista, edición digital:
http://www.bonart.cat/actual/la-musa-espanyola-del-segle-xxi-al-casal-solleric/
Imagen del montaje expositivo de Levi Orta en el Solleric
Hoy lunes tenemos la resaca de un fin de semana bastante ajetreado en lo que a inauguraciones artísticas se refiere. El viernes, y con el calor de las hogueras de Sant Antoni de fondo, se inauguraron en el Casal Solleric las tres primeras apuestas expositivas del año de esta institución: José Aranda, Renate Graf y Francesc Ruiz. Más allá de la belleza del diario de viaje plasmado en las fotografías de Renate Graf, y la instalación de Francesc Ruiz en el espacio “Box 27”, – quizá algo ligero de contenido, y a medio camino dudoso entre la crítica y la glorificación del consumo- destaca la exposición de José Aranda “Not dark yet”. El autor recrea su propia experiencia en la primavera árabe de Egipto con buenas pinturas, buena técnica, y buen documento gráfico. Sin embargo, fue la inauguración del sábado en la Lonja el acontecimiento artístico del fin de semana. Christian Boltanski llenó de luces y sombras (más sombras que luces) la Lonja en un site specific envolvente y casi aterrador. Tomando prestada la iconografía de demonios y seres monstruosos de los tímpanos góticos, Boltanski se adueña de la Lonja regalándonos una experiencia estética y sensorial única, absolutamente imprescindible y recomendable antes de que se haga de nuevo la luz en este emblemático edificio mallorquín en menos de un mes.
Ana Ferrero Horrach – Ciceró dArt
Joan Carrió. “Mostra d’hivern” Galería ArtMallorca
C/Missió, nº 26, Palma. 11 enero – 1 febrero
El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento
Bertold Brecht
El talento es uno de los mejores regalos que cualquier persona en general y artista en particular puede desear poseer en su colección personal de adjetivos calificativos. El talento, entendido como la facilidad natural para el desarrollo de una actividad, bien escaso y demasiadas veces aplicado con excesiva generosidad, se encuentra sin duda en las manos del pintor mallorquín Joan Carrió (1969). Carrió es uno de esos pintores de vocación que con una formación prácticamente autodidacta logra provocar la admiración del público con obras de técnica impecable, en algunos casos, basada en la superposición de capas; un homenaje a otra época que esconde un laborioso trabajo, rígido y frustrante por la lentitud que ello supone, en una sociedad como la actual, regida por el consumo y la exigencia de resultados inmediatos. Sus obras son una oda a otro tiempo, a otra manera de hacer, a otro ritmo de trabajo, recorriendo como buen mallorquín, un camino que, motivado por el reconocido pintor Pep Munar, empieza en el paisajismo tradicional para desembocar en unas vistas más contemporáneas del entorno que nos rodea.
Contrariamente a la extendida opinión de que el arte se ha convertido en algo críptico, en, como diría Baudrillard “un delito de iniciados”, la obra de Joan Carrió es clara y directa, de fácil lectura y de precisa basculación entre la fruición estética y el placer de la identificación. La captación de momentos robados, reinterpretados a posteriori en el estudio del pintor, donde a menudo se reflejan situaciones distendidas, de relax y de calma aparente, ofrece al espectador una dosis de optimismo, de tranquilidad esperanzadora, con un efecto balsámico ante esta sociedad convulsa.
Las obras, que recrean fielmente distintos rincones pintorescos de Palma, retratan espacios que todo oriundo tiene grabados en la retina. Es en este punto donde el placer de la identificación toma partido. Si, parafraseando a Lacan, el estadio del espejo para la formación del “yo” es crucial, y es a través de éste y su reflejo cuando se produce la capacidad de percepción de uno mismo, las obras de Carrió funcionan de forma similar, como un espejo donde el espectador se reconforta en la identificación de lo que ve. Se centra en Palma, una Palma que le inspira, de la que intenta extraer pequeños pedacitos de encanto que, por un motivo u otro, despiertan la atención del pintor y, a modo de recorte, decide inmortalizar en sus cuadros; “es Palma, es lo que conozco y es lo que me gusta” afirma el artista.
A menudo, estos espacios están protagonizados por personajes ajenos a nuestra mirada, como pequeñas ventanas que transportan fragmentos de vida a un lienzo. En la serie, encontramos algunas piezas donde los protagonistas no miran con complicidad, sino que dan la espalda al espectador continuando con su actividad: un café, compras, paseos, charlas o el simple hecho de estar. Estos rostros velados revelan una falta de identidad de los personajes, donde nuevamente se reafirma el concepto de la identificación; cualquiera de ellos podemos ser nosotros.
Sin embargo, esta no será su única estrategia; en otros casos, dota de absoluta personalidad y carácter, con trazo definido e introspección psicológica, a una serie de muchachas de mirada insinuante, como ocurre en “La chica de rojo”, en “Twenties” o en “Polo de naranja”. El contexto comienza a perder importancia preponderando con toques de delicada sensualidad, y, en algunos casos, de elegante erotismo, la fetichización de la figura femenina. Cuerpos expuestos, cuerpos politizados, vestidos a la moda parisina, con abrigos, cinturones, sombreros y cortes a lo garçon. Pese a despertar una gran admiración por parte del público femenino, las piezas atienden además, a lo que la mirada masculina espera, pudiendo remitirnos así a la teoría de la doble mirada de Laura Mulvey, donde se diferencian dos tipos de placeres: el placer escopofílico, definido como la estimulación de observar lo que se ofrece expuesto a modo de objeto erótico-sexual, siendo éste el caso de los retratos de las citadas jóvenes, y el placer narcisista, basado en la identificación, que Carrió reserva, como hemos visto, para su otra tipología de piezas.
Sin duda alguna, el artista posee el talento necesario para la ejecución de una pintura bella, delicada y estéticamente placentera. Tras años de experimentación con diversas técnicas, su obra, en la que se puede apreciar una constante evolución, ha conseguido la madurez necesaria para dar el paso hacia la consolidación de un estilo propio. Sus pinturas, elaboradas con sumo cuidado y gran pasión, tienen reminiscencias del estilo de los grandes impresionistas y postimpresionistas -Renoir, Manet o Sorolla. Guiado en su estudio por las evocadoras melodías de la chanson française, sus cuadros son el reflejo de ese sentimiento bohemio y hedonista de la vida, presente en el París de antaño, con una mezcla de tendencias de finales del siglo XIX.
Carrió tiene el potencial, el don extremadamente apreciado de la gracia innata para plasmar la expresión de los rostros en sus retratos, para reflejar el sentimiento universal e intergeneracional de la alegría de vivir, para dotar de vida y de sensualidad a los cuerpos de las mujeres que habitan en sus cuadros.
Como dijo Elbert Hubbard, “el arte no es una cosa sino un camino”, y Carrió, consciente de ello, avanza reinventándose en cada etapa de su evolución, con la expectativa de seguir siendo fiel a la espontaneidad de su inspiración y al trabajo bien hecho. Disfrutemos por el momento de su reciente producción, un canto a la seducción y al deleite; un auténtico antídoto hedonista.
Sara Rivera Martorell
Ana Ferrero Horrach
Links:
Joan Carrió: http://www.joancarrio.com/
Sara Rivera Martorell: http://elcajonoximoron.blogspot.com.es/
Mercado y arte; dos palabras a priori antagónicas que juntas en una misma frase parecen ofender a aquellos que piensan que los artistas son seres de otro planeta alimentados a base de amor y aire, y que eso de hablar de dinero en relación a estos temas es algo de mal gusto y una enfermedad propia de nuestros días (a ellos les recomiendo fervientemente un repaso a la historia social del arte). Ahora, si a las dos palabras anteriores le añadimos “en Mallorca”, pasamos de ese sentimiento de contrariedad a uno de desconcierto: “¿es que realmente existe un mercado de arte en Mallorca?”
Pues bien, sí existe, pero es un mercado especial y con características un tanto diferentes a las de otros lugares. Dejando de lado al pintor mallorquín por excelencia, Miquel Barceló, cuya cotización traspasó hace mucho las barreras locales y nacionales, hallamos un panorama bastante conservador, de precios muy moderados, y poco dado a asumir riesgos.
Dentro de la marea de galerías que hay en Mallorca (un número muy elevado si lo comparamos con otros lugares de población similar), encontramos desde galerías nutridas con las obras de los artistas de siempre, basadas en el gusto tradicionalista mallorquín del paisaje y las escenas costumbristas, con precios entorno los 2.000 y 50.000 euros, y otras con una vocación plenamente contemporánea, con propuestas algo más atrevidas, aunque hay que decirlo, menos arriesgadas de lo que se podría ver en el panorama artístico de la capital, y con precios en general más bajos en torno a los 1.000 y 20.000 euros.
Mallorca tiene un gran potencial en el terreno del mercado del arte que aún debe aprender a explotar. Con la gestión adecuada, la creación de ferias de arte internacionales con denominación de origen que las diferenciara de la “macdonalización” que está sufriendo este sector, atrayendo así a importantes coleccionistas que vieran en Mallorca una oferta diferente a lo ya existente, y con una mayor amplitud de miras que considerara el arte no como un gasto sino como una inversión, tendríamos un medio muy poderoso para impulsar la economía de nuestra isla y por lo tanto salir todos ganando, incluidos, como no, nuestros artistas, que podrían vivir de algo más que de amor y aire.
http://www.masmallorca.es/cultura/arte-mercado-y-mallorca.html
Ana Ferrero Horrach
Licenciada en Historia del Arte y Experta en Mercado y Tasación de Arte
View all 2 commentsJuan Manuel Díaz Burgos. Bienvenidos a La Boca
My name’s Lolita Art. 5 de junio -26 de julio de 2012
“Soy un ladrón que da” dijo una vez Cartier-Bresson refiriéndose a esa faceta suya de cazador de momentos, de instantes decisivos, de miradas ajenas a la intromisión del objetivo. Medio siglo más tarde, parece ser que como él, otros muchos usurpadores, narradores de la vida de las personas que nunca aparecen en la Historia con mayúsculas, siguen sueltos por el mundo por fortuna para todos, y la Galería My name’s Lolita Art ha tenido el acierto de retener a uno de ellos aprovechando el Festival PhotoEspaña 2012. Se trata de Juan Manuel Díaz Burgos (1951), reconocido fotógrafo español que condensa, gestiona y recicla el legado de muchos de los documentalistas que han transitado la historia occidental de la fotografía, y que estos días expone en la emblemática galería un trabajo titulado “Bienvenidos a La Boca”. Díaz Burgos centra de nuevo su obra en Latinoamérica, a la manera de aquellos descendientes de los nómadas antiguos que para encontrar el paraíso eligieron la opción de viajar en su búsqueda; Homeros del siglo XXI que aún cuentan historias de tierras lejanas en donde sus gentes se atreven a desafiar el pesimismo imperante asentado en la mayor parte del mundo occidental mediante la alegría que proporciona vivir en un edén a pesar de estar aprisionados en él. Las fotografías son el trabajo realizado entre 2003 y 2006 en un pueblo cubano cerca de Trinidad, que sin embargo a diferencia de muchos otros de la zona, ha logrado escapar de la apisonadora del turismo, y en el que aún se puede sentir el son de la verdadera Cuba. En estas narraciones visuales, en las que el blanco y negro de la platinotipia se antoja como una especie de ensoñación que conduce a una realidad paralela lejana a las preocupaciones del otro lado del charco, los modelos improvisados son los guajiros y guajiras que lucen sin complejos sus cuerpos cultivados en el ron y el arroz con frijoles. En sus instantáneas no hay ni denuncia social ni política, su obra no se justifica en ninguna causa activista. Su razón de ser es la propia fotografía, la propia existencia de las gentes que retrata y su testimonio a modo de cuentacuentos para adultos; en las imágenes se palpa la lujuria, la pereza o la gula, haciendo un paseo por algunos de los siete pecados capitales en su esencia. Es fácil dejarse seducir por las miradas que revelan la presencia del fotógrafo, camufladas entre grupos de personas que ajenos a él se dejan fotografiar en la cotidianidad cautivadora de sus vidas. Son instantáneas realmente bellas, sin duda, pero en ese encanto casi extremo me parece captar un exceso de idealización que falsea de manera no sé hasta que punto lícita la realidad, rozando en muchos casos la fotografía publicitaria y dando la impresión de que uno está delante de un anuncio de Havana Club (la fotografía como el resto de las artes no puede y además no tiene por qué ser objetiva, pero Díaz Burgos se define como fotógrafo documentalista y se le presupone por lo tanto una mirada menos adulterada). Por otro lado, la exposición ha sido sin duda un acierto por parte de la dirección de la galería pues las fotografías son obras comerciales, a buen precio (a pesar de no haber vendido nada aún, la crisis no perdona), de fácil asimilación y de una temática más que oportuna teniendo en cuenta la estación en la que acabamos de entrar. “Bienvenidos a La Boca” es un trabajo en el que se aprecia una evolución de Díaz Burgos desde esos retratos cuzqueños de tensos rostros desconfiados, al trabajo posterior al de La Boca, “El deseo”, en donde ya ningún fotografiado posa, en donde la gente retratada ha sido robada en su intimidad, convirtiéndose Diaz Burgos, como Cartier-Bresson, en un ladrón que da.
Ana Ferrero Horrach
Al adentrarse en la galería My name’s Lolita un imponente óleo de grandes dimensiones acapara la atención de todo aquél que entra a ver la exposición “Breve manual de antropología” del artista granadino Paco Pomet, uno de los últimos descubrimientos del incansable director de la galería, y cuya carrera va viento en popa en las aguas del mercado artístico internacional habiendo ya puesto rumbo a la costa este norteamericana, llamado por el canto de la más importante galería de la zona. El impresionante cuadro de la entrada llamado “Bautismo” transmite una emoción quizá explicada por las dimensiones de la obra, o quizá explicada por la inquietante sensación de calma tensa que se produce al combinar una escena amable de unos jóvenes bañistas en blanco y negro interrumpida por una importante franja que tiñe un río de rojo poniendo en alerta la aparente tranquilidad de la escena de baño. Esta ironía y ambigüedad se aprecia con tintes más humorísticos en el resto de cuadros de la muestra con iconografías muy norteamericanas, en donde indios firman armisticios con viejas máquinas tocadiscos, en donde aviadores se han mimetizado con bigotes en forma de hélice, o en donde el género se confunde en oficinist@s de hermosas piernas con tacones y mostachos a la vez.
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Acostumbrados a galerías llamadas de la misma manera que su fundador, el poco usual nombre de guiños literarios “My name’s Lolita”, da una muestra de una voluntad irreverente y provocadora en una galería que ya desde sus orígenes quiso superar el arte contemporáneo español oficial de finales de los ochenta apostando por un tipo de pintura que sin miedo y sin prejuicios volviera al figurativismo sin ninguna excusa de carácter conceptual. La actual exposición de Paco Pómez es un ejemplo de ello, siendo este joven artista granadino uno de los últimos descubrimientos del director de la galería, Ramón García Alcázar, quien aún puede presumir de conservar el olfato para encontrar nuevos artistas que de su mano van a seducir al circuito artístico internacional. En “Brevemanualdeantropología” Paco Pomet presenta unas obras en las que se combina el lenguaje plástico más tradicional con un humor muy irónico y sutil que da actualidad a sus propuestas con figuraciones con reminiscencias norteamericanas; en este sentido la obra “Bautismo”, la más importante de la muestra, funde la tradición del expresionismo abstracto americano de campos de color rojo a la manera rothkiana, con el figurativismo impresionista europeo en personajes que podrían recordar a los bañistas de Sorolla, haciendo de esta manera una buena síntesis visual de lo que ha sido la historia del arte del siglo XX, mostrando la calidad artística del joven pintor.